La urbanización donde se enclava la edificación, se eleva azarosamente apegada al vial estrecho y quebrado que la recorre, dejando a ambos lados de la vía un conjunto abigarrado de viviendas unifamiliares sin apenas ajardinamiento, ni espacio de esparcimiento. Sin la existencia de vacíos y de una organización coherente de los volúmenes, la lectura espacial y volumétrica del conjunto se hace casi imposible. La tradicional imagen blanca y volúmenes sencillos de las edificaciones del lugar se ve alterada y contaminada por multitud de elementos ajenos, con quiebros y requiebros, líneas sobre líneas, molduras, materiales distintos, texturas, colores,…multitud de pequeños gestos que provocan una vibración sin descanso, una multitud de voces que entorpece y aleja cualquier idea de integración en el medio.
Si en algo destaca la arquitectura es por su poder de síntesis.
Me enfrento a un trabajo de síntesis de las fuerzas existentes en el lugar que no genere más vibración, sino al contrario, trate de explicarse por si mismo e integrarse en su entorno lo más limpiamente posible, cumpliendo además con los propios condicionantes y exigencias del proyecto y de su promotor como no podía ser de otra manera.
La capacidad de canalizar esas fuerzas presentes y esos condicionantes añadidos en una forma arquitectónica que los recoja, los ordene, los sintetice y los explique y muestre por si sola de forma integradora, ordenada y clara es el objetivo de este proyecto. Esta concepción sintética e integradora medioambiental y socioculturalmente hablando, mejora la percepción que las personas tienen del espacio en el que habitan y por ende mejoran sus vidas.
Sobre una parcela triangular de endiablada topografía con más de 13 m de desnivel, se ajustan dos volúmenes principales exento el uno del otro, sin tan siquiera ser sobrevolados. Otro más de los condicionantes impuestos. Volúmenes claros y esenciales que aportan esa serenidad buscada. Volúmenes básicamente prismáticos con grandes paños ciegos y unos pocos huecos grandes que aúnan varios ventanales. Una estrategia que gana en simplicidad aparente y serenidad de las formas.
Su encaje deja libre y abierta las vistas de las que disfruta la casa del promotor situada en la parcela contigua superior a la de su nuevo proyecto. Toma alineaciones, orientaciones, colores y texturas de aquella casa. Al mismo tiempo, se proporcionan a las nuevas casas sus propias vistas, sin que se entorpezcan o incomoden.
Bajo tales circunstancias la decisión prioritaria fue la colocación y ajuste de los volúmenes sobre la parcela, ganando y volviendo a ganar espacio interior y exterior para el habitar. Bajo la casa, en la casa, sobre la casa. Aterrazamientos continuos en todas sus plantas, y piscinas sobre las casas en un aterrazamiento más, devolviendo nuevamente la parte ocupada por la edificación a la parcela.
Al recorrer el lugar encuentras la completa explicación de su encaje y disposición cuando te descubres en el interior admirando las vistas, cuando caminas sobre su estructura o accedes a sus terrazas, y no tanto cuando deambulas entorno a ellas. La mirada desde sí mismas hacia fuera da con su encaje.
Las casas. Dos concepciones distintas. Dos formas distintas de recorrerlas y habitarlas.
Una vivienda en la parte baja de la parcela, más apegada al terreno. La casa Tierra recoge el tradicional modo de aterrazamientos de las tierras de cultivo de toda esta accidentada comarca, ejecutando un balate en su parte baja con las propias piedras extraídas del terreno para la realización de su cimentación. También utilizadas en el propio espacio ajardinado exterior y en las cubiertas no transitables. Ésta se dispone casi toda ella en una sola planta, con la zona de día a un lado de la entrada y la de noche al otro. Una morfología sintética y sencilla que evite por su forma, color y textura destacarse sobre el terreno y forme parte de él.
Otra vivienda más arriba y hacia el oeste, cúbica, recogida, blanca, con una vocación más vertical que la otra vivienda, con la zona de noche abajo y la zona de día en planta alta para recoger mejores vistas, y una cubierta con piscina y pérgolas que forman parte inseparable del volumen y que cierran no solo esta edificación, sino que se perciben como la culminación de toda la intervención, destacándose blancas sobre el cielo. La casa Aire bebe en la tradición de la zona con volúmenes claros y blancos y con una gran profusión de grandes paños ciegos a pesar de los grandes ventanales a sur. Una adecuada relación macizo-hueco.
Ambas viviendas aprovechan la disposición de las piscinas en la planta de cubierta para elevar la altura libre interior de sus salones y cocinas.
Orientaciones correctas y huecos profundos que evitan la radiación en verano y la captan en invierno durante todas las horas de
sol hacia el sur.
Un proyecto que se concibe desde una interpretación regenerativa, encontrando su actuar en las condiciones previas del lugar, en los condicionantes urbanísticos y programáticos, ideando piezas monolíticas sencillas, que dan respuesta a todos los condicionantes desde un planteamiento sostenible y bioclimático, con especial atención a la eficiencia energética, la salud y el confort de las viviendas ,priorizando un fácil y escaso mantenimiento de los sistemas y materiales empleados, así como la austeridad y sencillez en su concepción para que así sea.